Nos da una lista de institutos y obras rallies para que vean sus lectores que es posible ser católico y aceptar, tragar y callar como muertos (eso si tienen conciencia) con toda la barbaridad que asola la Iglesia católica. Ellos reciben, verbigracia como a un gran cardenal, elogiando a Vingt-trois, el mismo que mete judíos en Notre-Dame de París. O recurren al defensor de la vida, Fisichella, para que ordene presbíteros. ¡¡¡Que tragaderas!!! Porque desde la jerarquía se alienta, se consiente y se calla ante tanto anatema, tanto sacrilegio, tanta herejía... las jerarquías, desde el último seminarista hasta el mismo obispo de Roma no sólo son complices sino incluso actores de estos hechos e Iraburu: silencia esto, guarda la ropa. ¿Cómo va a decir algo en contra de las bufonadas de Añastro? ¿Qué dijo en contra de la barbaridad de Benedicto XVI (eso si como Joseph Ratzinger) con los condones moralizantes del prostituto?
"No entro a comentar las palabras del Papa sobre el uso del preservativo en ciertos «casos de carácter aislado»" (sic Iraburu)
¡Ayyyyy! Cuantas fuerzas inútiles, cuanto tiempo malgastado, tirando piedras contra su propio tejado. Y salieron sus acólitos a cacarear lo mismo. ¿Dónde las novedades? ¿Dónde las réspuestas? En tontocatólica se repite la consigna: prieta las filas y anatema el que diga lo contrario que Don Iraburu.
Somos unos herejes, unos cismáticos, muy malos, malísimos, que poco queremos al Papa. Estamos todos esperando que en este arrinconamiento que dura ya más de 40 años nos hagan un huequito en Asís: daremos alas a la idolatría como consiente todo el "colegio" episcopal. Y veremos ese arbolito, como dice Museros, en San Pablo Extramuros en honor a Monseñor Lefebvre. Y eso es lo que quiere Iraburu. Que comulguemos con muelas de molino. "Y es que en la catedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos... (Mt XXIII,2) pero como nos enseña el Padre Castellani, en el "Ruiseñor fusilado", (hoy es el día de su paso a la visión del Amado) llegó el tiempo que ni hacer lo que ellos enseñan se puede. Así está la Iglesia católica. Crísis durante la historia muchas. ¿Cómo ésta? NINGUNA. Ni hacer lo que ellos enseñan, ¡como estamos! Pues don Jose María porque no brega sacando las mentiras de nuestros obispos, de la Conferencia Episcopal, de la Curia Vaticana y les reprende. Reconozca como trataron a Monseñor Lefebvre todos sus condiscipulos y subordinados y superiores. Obediencia: la obediencia a Dios (Lc II, 41-50).
Todo al final se queda en agua de borrajas, tantos proyectos, tantos indultos que han naufragado como nos recuerda Terzio, pero aquí sigue la Hermandad en un cascarón de nuez pero aferrada en la Santa Tradición y al Magisterio de la Santa Iglesia Romana que Benedicto XVI y los obispos se niegan a custodiar y conservar. Yo no quiero conmover a nadie. Sólo digo lo que cayan esos mal llamados medios de comunicación católicos y que no son otra cosa que un nido de contrariedades, propias de los neocons.
Aquí no hay ninguna rata, en indiebusillis no tenemos Buhardilla, que nos haga de Pepito Grillo, pero Dios juzgará. Don José María no se muerda la lengua tanto a pesar de su ironía y hable, hable y no calle. Porque usted calla mucho, pero como ignorante chiquillo tira piedras contra su propio tejado. Aquí dejo la nueva réplica de PETRUS HISPANUS y nuevos alegatos que no serán contestadas. Porque no tienen contestación:
Vuelvo a ceder a Petrus Hispanus, la hospitalidad de mi campanario para dar una respuesta al segundo artículo con el que de D.José María Iraburu trata de desacreditar a la obra de resistencia a la autodemolición de la Iglesia y de conservación de la Tradición Católica con el señuelo de la denuncia de un presunto filo-lefebvrismo.
Y es que, en contra de lo que piensa Iraburu, la atención que hemos prestado a su pobre argumentación no se debe a su aguda capacidad para denunciar cripto-lefebvristas en el seno de las instancias oficiales, sino al deseo de que no se siga sembrando la confusión al tiempo que se desmoraliza al número, proporcionalmente reducido, de sacerdotes y fieles que luchamos para defender nuestra fe del más agresivo ataque: el que procede de la autodemolición de la Iglesia denunciada por el propio Pablo VI.
“Si alguno de los que me honraron leyendo mi anterior respuesta pudo pensar que exageraba, ahora tiene ante los ojos la última entrega de Don José Mª Iraburu en la que podrán comprobar que en todo caso me quedé corto.
Me referiré sólo a algunos de los temas que expone.
1. “El nacimiento de alguna de estas comunidades tradicionales nos muestra claramente que la Pontificia Comisión Ecclesia Dei no se constituyó gracias a Mons. Lefebvre, sino precisamente para acoger a los que abandonaban la Fraternidad a causa de la ordenación y excomunión de sus Obispos”.
Esto, D. José María, es sólo una verdad a medias. Nunca en el clima postconciliar se hubieran tolerado esas comunidades si no fuera porque Mons. Lefebvre se plantó en un tema en el que con razón veía peligrar la Fe. Peligro que fue denunciado también en el Breve Examen Crítico firmado por los Cardenales Ottaviani y Bacci, texto fundador de todas la críticas posteriores a la Misa reformada en 1969 y al que Vd. nunca se refiere.
La mayoría de los casos que usted cita, son precisamente la prueba de lo contrario de su tesis; son el más perfecto ejemplo de la necesaria presencia de la Hermandad de San Pío X y de la obra de Mons. Lefebvre para la supervivencia de la Tradición.
Por referirnos solamente a alguna de las comunidades aludidas por Vd., podemos recordar que, si no fuera por la existencia previa de la Hermandad de San Pío X, ni siquiera habría nacido la Fraternidad de San Pedro. Solamente hay que ver el trato que sus miembros dieron a su entonces superior, Joseph Bisig, para poder concelebrar en el Novus Ordo; eso sí, para esto contaron con todo el respaldo de las autoridades romanas.
Otro de los casos que usted cita es el del Oasis de Jesús Sacerdote: podría preguntarle a su fundador cuáles han sido sus relaciones con Mons. Lefebvre y con la Hermandad de San Pío X y no solamente antes, sino después de las consagraciones episcopales de 1988. Una última pregunta: ¿de quiénes recibió el episcopado Mons.Licinio Rangel, primer titular de la que luego sería Administración Diocesana de San Juan María Vianney previamente a su reconocimiento por Roma? De los obispos consagrados por Mons.Lefebvre. Por cierto, que estos sacerdotes de la diócesis de Campos (Brasil) habían sido los autores de un divulgadísimo folleto en el que se exponían las razones para rechazar la Nueva Misa.
Todo ello prueba ex abundantia lo que venimos diciendo acerca los grupos nacidos a la sombra de Ecclesia Dei. Hubo que esperar a las ordenaciones episcopales llevadas a cabo por Mons.Lefebvre para que se pudieran constituir Ahora bien ¿Dónde estaban antes sus miembros? ¿Por qué con anterioridad a 1988 siempre se negaron desde Roma a reconocer comunidades en las que se celebrara la Liturgia Tradicional? La propia historia de la Hermandad de San Pío X es el resultado de todas estas negativas porque desde 1969 Roma nunca autorizó la celebración de la Misa Tradicional hasta 1984, y entonces en condiciones leoninas. Prohibición, por cierto, contra todo derecho, por puro abuso de poder pues ahora el propio Benedicto XVI ha reconocido que nunca fue abrogada. No hacen falta muchas luces para reconocer que son unas circunstancias excepcionales las que explican la adopción de medidas excepcionales como lo fue la operación supervivencia de la Tradición diseñada por Mons. Lefebvre.
Otra cosa es que, efectivamente, ya sea por escrúpulos ya por discrepancias personales, un determinado número de ex miembros de la Hermandad de San Pio X formaran la Fraternidad de San Pedro o de San Vicente Ferrer bajo los auspicios de Ecclesia Dei. Y otra cosa es el precio que tuvieron que pagar por ello.
Porque al acto de desagravio por la profanación de Fátima —perpetrada como sabrá por un idólatra con el respaldo de la Jerarquía local— no asistió más que la Fraternidad San Pío X con sus fieles y comunidades amigas (unas 2.500 personas). Como Vd. dice, aunque sea a otros efectos, la Fraternidad San Pío X "se ha quedado prácticamente sola". Y esta es su gloria, Don José María.
2. Insiste Vd. hasta la náusea en lo referente a la ordenación de obispos sin mandato papal. Y aquí es, Don José María, donde su alejamiento de la realidad alcanza el clímax porque lo que realmente ha demolido la Fe —al menos en España— no son los 4 obispos consagrados por Mons. Lefebvre sino los numerosos obispos auxiliares nombrados por Pablo VI y su Nuncio Luigi Dadaglio, buena parte de ellos luego reconvertidos en obispos titulares y arzobispos. ¿Recordamos algunos nombres?: AZAGRA, SETIEN, INIESTA, ECHARREN, OSÉS, ESTEPA, MONTERO, TORIJA, YANES, URIARTE... Eso por no hablar de otros, designados directamente para la sede que habrían de ocupar como DÍAZ MERCHÁN, DORADO, CASTELLANOS o BUXARRAIS. Estos dos últimos llegaron incluso a renunciar al ejercicio del ministerio episcopal después de hacer estragos en sus diócesis.
Todos estos personajes, con misión canónica y mandato papal, fueron en mayor o menor grado, auténticos caballos de Atila, como dice Vd. de los filolefebvrianos. Especialmente algunos, como Osés, que ya lo había sido antes de ser nombrado obispo, en su actuación en el Seminario de Pamplona. ¿O no, Don José María?
La afirmación de su primer artículo en el sentido de que “Ordenar Obispos sin permiso de la Santa Sede … es también un sacrilegio” citando en abono de su afirmación un número del Catecismo de la Iglesia Católica que no guarda ninguna relación con el asunto, es —además de una calumnia hacia las personas afectadas— sencillamente falsa. Como también lo es la tesis ahora sostenida por Vd. de que “todos los santos que han buscado la reforma de la Iglesia la han procurado siempre por el camino de la obediencia”. Sin ir más lejos, un San Juan de la Cruz obediente a sus legítimos superiores se hubiera quedado preso en la cárcel del Carmelo en Toledo o, al menos, hubiera tenido que esperar a que alguien con mayor autoridad que sus superiores le autorizara a salir de la cárcel. Sin embargo, lo que hizo fue “desobedecer” y escaparse de la cárcel para poner en marcha la reforma de su propia Orden.
3. Hay otro punto de su escrito que da auténtica vergüenza ajena. Es cuando en tono laudatorio dice Vd.: "…aceptan sin reservas el sagrado Concilio Vaticano II…" ¡Pero, Don José María, si al Vaticano II le critica hasta un canónigo de la Basílica de San Pedro del Vaticano! (Mons. Brunero Gherardini).
¿Y Vd. sigue así? ¿A estas alturas? Desde luego no escandaliza a ningún católico pero busca anestesiarlos para que se entreguen a ese desarme unilateral que propugna como modelo de conducta. Desde luego no fue ese el comportamiento de San Pablo con San Pedro. ni tampoco el de Mons. Lefebvre. A diferencia de Don José María que busca situarse en la inexistente posición centrista de una equidistancia entre la tradición y la revolución, el prelado francés optó sin lugar a dudas por la Tradición Católica, es decir, por la fe, discurriendo de manera equilibrada sin caer ni en el sedevacantismo ni en la papolatría, Escila y Caribdis en las que tantos han sucumbido esterilizando así su propia obra.
Ese desarme unilateral resulta desastroso para el Catolicismo porque deja a éste en manos de los grupos de presión que a la hora de decidir inclinan siempre a su favor la balanza de una Jerarquía débil y complaciente. Una autoridad que, en nombre de la obediencia, impone a todos los obedientes que hagan lo que quieren los grupos de presión. Ejemplo señero: la Comunión en la mano, aprobada por Pablo VI dando así su respaldo a una práctica que había comenzado contra la ley litúrgica y que contaba con la oposición de la mayoría del episcopado.
4. Y el error de fondo que invalida toda su argumentación: Negar que a partir del "sagrado" Concilio Vaticano II no ha habido una ruptura.
¡Pero si esto lo han afirmado claramente no ya los críticos del Concilio sino algunos de los más entusiastas impulsores de tan augusta asamblea! Olvida Vd. algunos datos: el luego cardenal Yves Congar, co-autor de buena parte de los documentos conciliares, considera que con Dignitatis humanae y Gaudium et spes, el Concilio abandonó las doctrinas que vinculan a la Iglesia católica con el pasado, que él genéricamente llama Edad Media. El mismo teólogo admitió que: “no podemos negar que tal texto [Declaración conciliar sobre la libertad religiosa] dice materialmente cosas distintas al Syllabus de 1864, e incluso casi lo contrario de las proposiciones 15 y 77 a 79 de ese documento”. Y en otro lugar dice que en el Vaticano II “la Iglesia tuvo pacíficamente su Revolución de Octubre”, en referencia al Octubre rojo que desencadenó la Revolución rusa. El cardenal Suenens lo comparó a 1789 (Revolución francesa) en la Iglesia.
Un teólogo español, Juan Martín Velasco, enumeraba recientemente —también en sentido elogioso y reivindicativo— los cambios “trascendentales, doctrinales y prácticos” introducidos por el Concilio:
“de una idea de revelación “proposicional”, a otra que tiene su centro en la auto-revelación de Dios en Cristo; de la búsqueda de la unidad por el retorno de los separados, a la promoción común de la unidad por los cristianos; de una Iglesia sociedad perfecta, a otra concebida como Misterio de unión en Cristo y Pueblo de Dios; de la radical oposición a la modernidad de documentos como el Syllabus, a una mirada positiva que no teme entrar en diálogo con ella; de una precedencia de la Iglesia universal a la de las Iglesias particulares de las que consta, en comunión recíproca, bajo el ministerio de la unidad ejercido por el sucesor de Pedro; de la práctica ignorancia de las religiones no cristianas, a recomendar el aprecio de las verdades y valores que contienen; del ideal del Estado confesional, a la libertad religiosa” (“Fidelidad al Concilio”, Misa Dominical XLII-10 (2010), 52).
Espero que Vd me explique cómo se casa todo esto, sin ruptura, con la doctrina tradicional. A no ser, claro está, que la ideología nos nuble la cabeza hasta el punto de olvidar el más elemental principio lógico: el de no contradicción.
Y, por otra parte, ahí están los hechos: ya me dirá qué queda de catolicismo en ese magma ecuménico que a menudo es presentado como tal, en esos conventos y casas de formación vacíos, en esas miles y miles de secularizaciones, en esos nuevos movimientos que unas veces promueven el sentimentalismo y otras un rigorismo desconectado de la fe…
Y ya sé que me va a decir que eso no entraba para nada en las intenciones formales del Concilio. Y yo se lo admito: No entraba para nada en las intenciones del Concilio. Pero no hubiera sucedido sin él. Es lo característico de las llamadas "revoluciones tranquilas".
Y le aseguro que no me hace ninguna gracia tener que recordar todo esto. Quisiera que no fuera verdad y que todo se pudiera arreglar con viajes pontificios, JEMEJES, beatificaciones y otros fastos ilusorios; pero tengo la convicción de que sólo se saldrá de la crisis metiendo el bisturí hasta el fondo de la herida y no arremetiendo, como Vd. hace con energías dignas de mejor causa, contra unos fieles católicos que sólo tratan de salvar su Fe y transmitirla sin adulterar a las generaciones futuras.
Y no pierda más tiempo con ese proyecto suyo de "Reforma o apostasía". No va a ninguna parte. Es el equivalente a querer salvar la Ciudad dejándo dentro al Caballo de Troya. Y, si fuera oportuno y posible, dejo para más adelante otros asuntos que su artículo plantea".
PETRUS HISPANUS
PETRUS HISPANUS
Sólo espero que la rata no haga más daño dentro de tontocatólica pero les dejo las dos últimas entradas de los info-caóticos para que el pobre animalito se entretenga:
Glosas al último (Deo volente) artículo del P. Iraburu (II)
Glosas al último (Deo volente) artículo del P. Iraburu (I)
Oremos y roguemos a Dios Nuestro Señor para que calme la verdadera tempestad y no esta riña de críos.
VIVA EL PADRE IRABURU
ResponderEliminarRecemos por ese pobre sacerdote para que Dios le ilumine los ojos del alma y no estropé en un solo golpe toda la obra que está realizando. Sancte Joseph, ora pro eo
ResponderEliminarLes felicito cordialmente por su blog, al que me he acercado con gran simpatía a raíz de la actual tormenta anti-filo-lefebvriana. No seré el único.
ResponderEliminarCoincido en todo, salvo en su valoración de la postura del pbro. Iraburu (uy, casi le llamo Padre ;-) en el asunto del condón. Esta controversia fue especialmente acre en InfoCatólica, donde tenían como flamante bloguero a F.J. Ramiro, pbro. del Opus y profesor de Bioética de la cuerda de Rhonheimer. Y creo que Iraburu no estuvo mal, aunque fuese a remolque de los comentaristas, que dieron al opusino un baño en los blogs del sitio. El post de Iraburu al que enlazan es una refutación contundente de las tesis heterodoxas del tal Ramiro, quien de hecho salió de allí por la ventana: su blog se cerró. Y aunque este hereje había tomado pie de las polémicas palabras de Ratzinger, me pareció prudente que Iraburu no entrase en ellas puesto que no eran en absoluto un acto magisterial, ni como opinión privada se encuadraban en el campo de la Moral, por la imprecisión del lenguaje usado.
Ahora se ve que aquello fue una victoria pírrica. El hereje fue refutado y expulsado, pero la cosa debió de sentar mal en el Opus, cuyo impulso probablemente ha concurrido a las presiones de la Conferencia Episcopal que han llevado a Iraburu a arriar bandera. Ya verán cómo vuelven a asomar la pezuña en InfoCatólica las doctrinas utilitaristas pro-condón.
En el juego de presiones que han conseguido la defección de Iraburu y la reorientación de InfoCatólica, tal como yo lo veo, la presión episcopal y la presión movimientaria han sido las dos patas del burro. (Bueno, un burro tiene cuatro patas pero cocea con las dos de atrás). Y a la cabeza de una y otra, el Card. Rouco y el Opus. (Bueno, lo que hay en lo alto de las patas traseras no es precisamente la cabeza).