La Religión socorrida por España. |
Hay muchos que no quieren ver. Son ciegos porque se tapan los ojos. ¿Puede caber una restauración católica con aquel que, siendo cabeza visible de la Iglesia, patrocina y defiende actos aberrantes en contra de España y por ende de la Iglesia?. L’Osservatore Romano informa de algo escalofriante. Un acto en contra de España y consagrando la subversión de la Verdad. La única, la católica:
“Benedicto XVI celebrará el lunes 12 de diciembre, a las 17.30, en la basílica vaticana, la misa con ocasión del bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos.”
“Esta iniciativa representa un gesto de exquisita atención, afecto y solidaridad de parte del Santo Padre hacia el pueblo y las naciones del continente de la esperanza. Es, sin duda, expresión de la solicitud pastoral con la que el Santo Padre Benedicto XVI abraza a los pueblos en los que ha sido sembrado el Evangelio de Jesucristo, en los que ha dado preciosos frutos, donde está presente el 40% de los bautizados en la Iglesia católica”
Este grabado alusivo a la Conquista y Evangelización de América por España es una de las imágenes más sugestivas que adornan el libro Rhetorica Christiana, publicado en la imprenta de Jacopo Pretruccio, en Perugia, en el año 1579. El autor del texto y de las imágenes fue Fray Diego Valadés, un erudito franciscano, hijo de una indígena tlaxcalteca y de un conquistador extremeño enrolado en las huestes de Hernán Cortés durante la invasión de México. (Fuente: Arte e iconografía) |
Es una acción antiespañola, confirmando a los enemigos de la Fe. ¡Que dolor! Ver a un Papa luchando contra las Españas. Porque si el 40% de los católicos se encuentran allí es gracias a España. A la monarquía católica y a los esfuerzos vitales que hizo por mantener la frontera en contra de los pérfidos, los herejes y los infieles mahometanos. Aquellos que decidieron primero aniquilar España, para aniquilar a la Iglesia (o mejor dicho corromperla). Ratzinger, con esto, es un decidido partidario de aquellos que luchan contra el Reino de Cristo en la Tierra y que quieren perder a las almas en el error, o la tibieza que es peor.
Otro ejemplo son los obispos españoles, ahora representados por el obispo de Cádiz y Ceuta. Es ultrajante ver al obispo vanagloriándose en otro acto anticatólico como conmemorar el bicentenario de la Constitución liberal de 1812.
Durante siglos está nación solo ha tenido un sino. Aceptar que Dios nuestro Señor puso en nuestras pobres manos los destinos de la Iglesia y la salvación de las almas. Y que nosotros dimos todo por salvar la Fe de Cristo, su reino en la tierra porque simplemente era la voluntad del Hacedor Supremo. Uno y Trino.
Pedimos a la Virgen Santísima, Purísima desde su concepción y plena de Gracia que interceda por nosotros. Por aquellos que por ignorancia o malicia luchan contra la Fe, subvirtiéndola desde dentro. Y para que podamos resistir hasta la Venida de Nuestro Señor Jesús, Rey de Reyes y Señor de Señores.
S.M.C. Felipe II, defendiendo la Fé Cathólica. |
Sé por tus obras: que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Mas porque eres tibio que ni eres frío, ni caliente, te comenzaré a vomitar de mi boca.
Porque dices: «Rico soy, y estoy lleno de bienes, y de nada tengo falta: y no conocesque eres un cuitado y miserable, y pobre, y ciego, y desnudo.
Te aconsejo que compres de mi oro afinado en fuego, para que seas rico, y te vistas de ropas blancas, y no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas.
Yo a los que amo, reprehendo y castigo. Ármate pues de celo, y arrepiéntete.
He aquí que estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voy, y me abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le haré sentar conmigo en mi trono: así como yo también he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
Él que tiene orejas , oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
(Ap. III, 15-22)
Encíclica "Etsi longissimo" de Pío VII contra las revoluciones hispanoamericanas (1816)
A los Venerables Hermanos Arzobispos y Obispos, y a los queridos hijos del Clero de la América católica, súbditos del Rey de las Españas.
PIO VII, PAPA.
Venerables hermanos o hijos queridos, salud, y nuestra Apostólica Bendición. Aunque inmensos espacios de tierras y de mares nos separan, bien conocida Nos es vuestra piedad y vuestro celo en la práctica y predicación de la Santísima Religión que profesamos.
Y como sea uno de sus hermosos y principales preceptos el que prescribe la sumisión a las Autoridades superiores, no dudamos que en las conmociones de esos países, que tan amargas han sido para Nuestro Corazón, no habréis cesado de inspirar a vuestra grey el justo y firme odio con que debe mirarlas.
Sin embargo, por cuanto hacemos en este mundo las veces del que es Dios de paz, y que al nacer para redimir al género humano de la tiranía de los demonios quiso anunciarla a los hombres por medio de sus ángeles, hemos creído propio de las Apostólicas funciones que, aunque sin merecerlo, Nos competen, el excitaros más con esta carta a no perdonar esfuerzo para desarraigar y destruir completamente la funesta cizaña de alborotos y sediciones que el hombre enemigo sembró en esos países.
Fácilmente lograréis tan santo objeto si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas con todo el celo que pueda los terribles y gravísimos prejuicios de la rebelión, si presenta las ilustres y singulares virtudes de Nuestro carísimo Hijo en Jesucristo, Fernando, Vuestro Rey Católico, para quien nada hay más precioso que la Religión y la felicidad de sus súbditos; y finalmente, si se les pone a la vista los sublimes e inmortales ejemplos que han dado a la Europa los españoles que despreciaron vidas y bienes para demostrar su invencible adhesión a la fe y su lealtad hacia el Soberano.
Procurad, pues, Venerables Hermanos o Hijos queridos, corresponder gustosos a Nuestras paternales exhortaciones y deseos, recomendando con el mayor ahínco la fidelidad y obediencia debidas a vuestro Monarca; haced el mayor servicio a los pueblos que están a vuestro cuidado; acrecentad el afecto que vuestro Soberano y Nos os profesamos; y vuestros afanes y trabajos lograrán por último en el cielo la recompensa prometida por aquél que llama bienaventurados e hijos de Dios a los pacíficos.
Entretanto, Venerables Hermanos e Hijos queridos, asegurándoos el éxito más completo en tan ilustre fructuoso empeño, os damos con el mayor amor Nuestra Apostólica Bendición.
Dado en Roma en Santa María la Mayor, con el sello del Pescador; el día treinta de enero de mil ochocientos diez y seis, de Nuestro Pontificado el décimosexto.