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Benedicto XVI predicando a unos amigos la nueva religión. |
Papa de una Iglesia surgida del Vaticano II,
enfrentada heréticamente a la única Iglesia fundada por Nuestro señor, cuyo
Dogma inmutable, ha sido transmitido fielmente hasta el papa Pío XII.
Aplicando el principio de no contradicción se sabe,
con palmaria y celestial evidencia, cual es la verdadera y cual la falsa…
Satanás ha entrado en la Iglesia… mejor dicho, los
pastores han hecho entrar a los lobos… les han premiado, les han nombrado
obispos, les han puesto en las sillas más altas… para que el daño y perdición
de las almas sea, si pudiere ser completo.
Idolatrías, sacrilegios, ecumenismo, herejías… se
necesitaría un ingente libro para nombrar de pasada tantos crímenes contra la
fe, contra la Verdad,
contra Cristo, contra la Ley Divina,
contra los dogmas. Basta, como muestra, el espantoso y actual nombramiento para
Prefecto de la Fe
de un pérfido y ambicioso personaje, negador en sus ensoberbecidos escritos, de
la Verdad Revelada…
los católicos de a pie saben, como lo sabe cualquier persona de buena voluntad,
lo que hay detrás de todo esto.
¿Se puede abofetear más a Nuestro Señor? ¿Cómo es
posible que no haya ni un solo San Pablo, que le eche en cara públicamente a
Vd., ¡Oh infausto Pastor! ¡oh lobo vestido de oveja!, sin que le eche en cara,
repito, su satánico proceder? ¿Hasta cuándo tolerará el Altísimo tanta maldad y
tanta burla?
Mientras tanto los infiernos se llenan de almas.
A los herejes protestantes les bendice, a los judíos
les aplaude, a los mahometanos les reverencia… a Cristo, al Verbo Encarnado, le
iguala con demonios…
Está escrito: “Roma
perderá la fe y se convertirá en la
Sede del Anticristo”.
El día del Juicio se acerca, y será acusado de haber
propiciado un conciábulo que en su satánica soberbia destruyó los cimientos de la Iglesia, emponzoñando los
Dogmas, ensuciando la
Liturgia, pisoteando las encíclicas, volatilizando los
Concilios Dogmáticos, y condenando, sin paliativos a lo Santos Padres, a los
Doctores, que como San Atanasio, prefirió, por tres veces, ser excomulgado por
el Papa, antes que traicionar la
Verdad…
El capítulo IV (11-12) de las Lamentaciones de
Jeremías, dice: “No creían los Reyes de
la tierra, ni los habitantes del mundo que el enemigo y adversario (es
decir el modernismo y ecumenismo) entrase
por las puertas de Jerusalén(es decir por el Vaticano II)”. Y continúa Jeremías: “Pero entró por causa de los pecados de sus
profetas y las maldades de sus sacerdotes, que en medio de ella (la reunión
vaticanista orquestada por la blasfema jauría modernista) derramaron la sangre de los justos”. Hasta aquí Jeremías. El que
lea entienda.
Y si algún profeta levanta la voz, ésta era apagada,
sofocada, devorada sin misericordia, por los siniestros poderosos lobos, dueños
absolutos de la nefasta reunión. Quizá no está fuera de tono el recordar aquí
que esta asamblea había sido pactada ¡en secreto! Con los enemigos de la Ley de Dios, y enemigos
implacables de la vida humana.
La burla que hicieron del cardenal Ottaviani, es
legendaria, siniestra. ¿Dónde quedó la caridad…? ¿Dónde la más mínima
educación…? El virtuoso Prefecto de la
Fe, viendo la herética masacre que se avecinaba, expresó su
dolor en un grito que atravesando los siglos, y los espacios, se oyó en el seno
de la Santísima Trinidad:
“Espero morir pronto para morir
católico”.
Desde entonces la Iglesia ya no es católica.
Hay dos Judas muy bien definidos: el individual que
entregó a Jesucristo a la
Iglesia oficial, y el colectivo, es decir, el Vaticano II,
que entregó “oficialmente” a Jesucristo a los nuevos dioses, mundo, demonio,
carne. Léase Revolución Francesa, protestantes, judíos, masones…
A tan nefasta Iglesia corresponde nuevos Anás y
Caifás… San Pedro, el primer Papa, escuchó lleno de terror: “Apártate de mí, satanás porque tú piensas como
los hombres, no como Dios”.
Y en el concilio Cristo repitió las mismas palabras… y
el conciábulo y los Papas adláteres, no le escucharon ni se arrepintieron, sino
que le pisotearon, y le echaron de las naciones, de la doctrina y de las almas…
Y la maldición divina cayó sobre la
Iglesia.
Ahora temblad, ¡Oh pastores…! porque vuestros vestidos
están apolillados, y la vara del Juez incorruptible se destaca ya entre las
sombras mortíferas de vuestros perversos corazones.
“Y tu Cafarnaún (léase Benedicto XVI), ¿te elevarás
hasta el cielo…? Te hundirás hasta el infierno donde con predecesores
innombrables, y millones de almas, ¡millones de almas!, a las que en lugar de
pan se les ha dado a beber el corrompido elixir modernista, arderás por la
eternidad de eternidades, en compañía de impuros, blasfemos, sacrílegos,
idólatras, herejes… Y el infierno será para ti, ¡Oh falaz Pastor! un llameante,
espantoso y macabro Asís eterno.
-(nos la hizo llegar en mano un fiel católico, difúndanla).
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El Papa acompañado por algunos cardenales donde presentan la "nueva evangelización". |